Llegó el verano, y una opción rica y fresca para comer en los días de mucho calor, son las ensaladas. Una ensalada brinda la libertad de incorporar infinidad de ingredientes, combinados de variadas formas. Y por supuesto, el queso no puede faltar para aportar más sabor y nutrientes. Hoy les compartimos algunos consejos para incluirlos adecuadamente según su tipo
Quesos blandos: por su consistencia, son más adecuados para cuando la ensalada va a consumirse en el momento o para épocas invernales. Cuando se mezclan todos los ingredientes de una ensalada y sobre todo en climas o lugares calurosos, el queso blando va a tender a derretirse. Es mejor agregar el queso blando justo antes de servir la ensalada. Queso Port Salut o Mozzarella, son los más elegidos por los argentinos para ensaladas cotidianas.
Quesos semiblandos: el Queso Azul y el Roquefort son bastante resistentes al ablandamiento y aportan sabores con mucha personalidad a cualquier ensalada. Generalmente se los utiliza para complementar ensaladas gourmet, acompañado de nueces o fruta. Por ser quesos que tienden a desmenuzarse, más que a derretirse, es recomendable incorporarlos cortados en cubos muy pequeños o desmenuzados manualmente.
Quesos semiduros: tienen la textura perfecta para acompañar ensaladas, gracias a que su consistencia no tiende a modificar la textura de los demás ingredientes, ya que no se ablandan fácilmente. Los más elegidos son: Queso Gouda, Queso Pategras, Queso Danbo.
Podrán cortarse en cubos de 0,5; 1; o 2cm, cuando se busque una presentación clásica y sencilla.
Quesos duros: son quesos de mucho protagonismo por sus característicos sabores y texturas firmes. Es muy importante el tamaño en el que se incorporan estos quesos, ya que si son trozos muy grandes pueden entorpecer la degustación. Lo ideal es que se agreguen rallados, desmenuzados o picados. Los más elegidos son: Queso Reggianito, Queso Sardo, Queso Romano.
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